Home About International University Project Conferences Courses Lectures Projects Publications Readings Contribute Contact      

home \ projects \ step \ sobre la ley \ cuestión 106 \ artículo 4

STEP home

Sobre la ley

Conferences

Essays

Scholars

Related links

 

 


 
 
STEP - St. Thomas Education Project
 
     
 
<<<   ARTÍCULO   >>>
 
 

STO. TOMÁS DE AQUINO

 

SOBRE LA LEY

 

SUMMA THEOLOGIAE

PRIMERA PARTE DE LA SEGUNDA PARTE (I-II)

(Trad. Luis Inclán)

CUESTIÓN 106

Sobre la ley del Evangelio, llamada ley nueva, en sí misma considerada

ARTÍCULO 4

 

¿La nueva ley ha de durar hasta el fin del mundo?

 

Objeciones por las que parece que la nueva ley no ha de durar hasta el fin del mundo.

 

1. Dice el Apóstol en 1 Cor 13: Cuando llegue lo perfecto, desaparecerá lo imperfecto; pero la ley nueva es imperfecta, pues dice el Apóstol en el mismo lugar: Conocemos y profetizamos imperfectamente. Luego la ley nueva ha de desaparecer para que le suceda otra más perfecta.

 

2. El Señor, en Jn 16, prometió a sus discípulos, en la venida del Espíritu Santo Paráclito, el conocimiento de toda verdad. Pero la Iglesia aún no conoce toda verdad en el estado del Nuevo Testamento; luego habrá que esperar otro estado en que el Espíritu Santo manifieste toda la verdad.

 

3. Como el Padre es diferente del Hijo, y el Hijo del Padre, así el Espíritu se distingue del Padre y del Hijo. Pero hubo un estado que convenía a la persona del Padre, a saber, el estado de la ley antigua, en el que todos los hombres se preocupaban por la generación; igualmente hay otro que conviene a la persona del Hijo, es decir, el estado de la ley nueva, en el que predominan los clérigos, dados a la sabiduría, que se atribuye al Hijo; luego habrá un tercer estado del Espíritu Santo, en el que predominen los varones espirituales.

 

4. Dice el Señor en Mt 24: Será predicado este Evangelio del reino en todo el mundo, y entonces vendrá el fin. Pero el Evangelio de Cristo ha sido predicado ya en todo el orbe, y aún no ha llegado el fin; luego el Evangelio de Cristo no es el Evangelio del reino, sino que habrá de venir otro Evangelio del Espíritu Santo a modo de otra ley.

 

Contra esto: Está lo que el Señor dice en Mt 24: Os digo que no pasará esta generación sin que todo esto sea cumplido, lo cual expone San Juan Crisóstomo de la generación de los fieles de Cristo. Luego el estado de los fieles de Cristo permanecerá hasta el fin del mundo.

 

Solución: El estado del mundo puede variar de dos maneras: una, según la diversidad de la ley. De este modo no sucederá al estado de la ley nueva ningún otro estado. El estado de la nueva ley sucedió al estado de la ley antigua, como uno más perfecto a otro imperfecto. Pero ningún estado de la vida presente puede ser más perfecto que el estado de la ley nueva, pues nada puede haber más cercano al fin último que lo que inmediatamente introduce en el último fin. Y esto hace la ley nueva, por lo que dice el Apóstol a los Hebreos 10: Teniendo, pues, hermanos, confianza de entrar en el santuario por la sangre de Cristo, que nos introdujo en un camino nuevo, acerquémonos a él. De manera que no puede haber estado más perfecto de la presente vida que el estado de la ley nueva, pues una cosa es tanto más perfecta cuanto más cerca está de su último fin.

De otro modo puede cambiar el estado de los hombres, según éstos se apliquen de uno u otro modo a la misma ley. Y así, el estado de la ley antigua cambió frecuentemente, porque a veces las leyes se guardaban perfectamente; otras, eran totalmente olvidadas. Del mismo modo se diferencia el estado de la ley nueva según los diversos lugares, tiempos y personas, en cuanto la gracia del Espíritu Santo la poseen algunos más o menos perfectamente. Sin embargo, no se ha de esperar la existencia de ningún estado en el que la gracia del Espíritu Santo se tenga con más perfección que hasta ahora, sobre todo por los apóstoles, que recibieron las primicias del Espíritu, esto es, primero en el tiempo y con más abundancia que los demás, según dice la Glosa sobre Rom 8.

 

Respuesta a las objeciones:

 

1. Como dice Dionisio en De eccl. hier., hay tres estados de los hombres: el primero, el de la ley antigua; el segundo, el de la ley nueva: vendrá un tercer estado, no en esta vida, sino en la patria. Y como el primero era figurativo e imperfecto respecto del estado evangélico, así éste es figurativo e imperfecto respecto del estado de la patria. Cuando éste llegue, desaparecerá aquél, como allí se dice: Ahora vemos por un espejo y oscuramente; entonces veremos cara a cara.

 

2. Según dice San Agustín en Contra Faustum, Montano y Priscila afirmaron que la promesa del Señor sobre el Espíritu Santo no se cumplió perfectamente en los apóstoles, sino en ellos. De modo semejante afirmaron los maniqueos, que esta promesa se realizó en Maniqueo, de quien decían que era el espíritu Paráclito. Por esto, ni unos ni otros admitían los Hechos de los Apóstoles, en los que manifiestamente se muestra que aquella promesa se cumplió en los apóstoles, como el Señor reiteradamente lo había prometido en Act 1: Seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de no muchos días, lo cual se cumplió como se lee en Act 2. Todas las vanidades de los herejes quedan excluidas por lo que se dice en Jn 7: Aún no había sido dado el Espíritu, porque Jesús todavía no había sido glorificado. De donde se entiende que, glorificado Cristo por la resurrección y la ascensión, luego fue dado el Espíritu Santo. Por esto también queda excluida la vana ilusión de algunos que querrían decir que se debe esperar otra época del Espíritu Santo.

Enseñó el Espíritu Santo a los apóstoles toda la verdad de cuanto se requiere para la salvación, sea de las cosas que hay que creer, sea de las que hay que practicar; sin embargo no les enseñó nada sobre los sucesos futuros, pues esto no les correspondía a ellos, como se dice en Act 1: No os toca a vosotros conocer los tiempos y los momentos que el Padre ha fijado en su poder.

 

3. La ley antigua no sólo fue del Padre, sino también del Hijo, pues Cristo era figurado en la antigua ley. Por eso dice el Señor en Jn 5: Si creyerais en Moisés, creeríais también en mí, pues de mí escribió él. De forma semejante, la ley nueva no es sólo de Cristo, sino también del Espíritu Santo, según aquella sentencia de Rom 8: La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús. Por tanto no se debe esperar otra ley del Espíritu Santo.

 

4. Habiendo dicho Cristo desde el principio de la predicación evangélica: Se acerca el reino de los cielos, es una grandísima necedad afirmar que el Evangelio de Cristo no es el Evangelio del reino. Pero la predicación del evangelio de Cristo se puede entender de dos maneras: una, en cuanto a la divulgación de la noticia de Cristo, y de este modo el Evangelio fue predicado en todo el orbe incluso en tiempo de los apóstoles, como dice San Juan Crisóstomo. Según esto, lo que se añade -y entonces será el fin-, se entiende de la destrucción de Jerusalén, de la que entonces hablaba a la letra. De otro modo se puede entender como plenamente eficaz la predicación evangélica en todo el orbe, de manera que en todas las gentes se establezca la Iglesia. De esta manera, dice San Agustín en la carta Ad Hesych. todavía no se ha predicado el Evangelio en todo el mundo; pero, cuando esto suceda, vendrá el fin.

 

 
     

SOBRE LA LEY

SOBRE LA LEY EN GENERAL

I-II, q. 90, La esencia de la ley

I-II, q. 91, Las distintas clases de leyes

I-II, q. 92, Los efectos de la ley

SULLE PARTI DELLA LEGGE

Ley eterna

I-II, q. 93, La ley eterna

Ley natural

I-II, q. 94, La ley natural

Ley humana

I-II, q. 95, La ley humana

I-II, q. 96, El poder de la ley humana

I-II, q. 97, Sobre la mutabilidad de las leyes

La antigua ley

I-II, q. 98, La antigua ley

I-II, q. 99, Los preceptos de la ley antigua

I-II, q. 100, Los preceptos morales de la ley antigua

I-II, q. 101, Los preceptos ceremoniales en sí mismos

I-II, q. 102, Razón de los preceptos ceremoniales

I-II, q. 103, Duración de los preceptos ceremoniales

I-II, q. 104, Los preceptos judiciales

I-II, q. 105, Naturaleza de los preceptos judiciales

La nueva ley

I-II, q. 106, Sobre la ley del Evangelio, llamada ley nueva, en sí misma considerada

I-II, q. 107, Comparación entre la ley antigua y la nueva

I-II, q. 108, El contenido de la ley nueva