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Sobre la ley

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STO. TOMÁS DE AQUINO

 

SOBRE LA LEY

 

SUMMA THEOLOGIAE

PRIMERA PARTE DE LA SEGUNDA PARTE (I-II)

(Trad. Luis Inclán)

CUESTIÓN 107

Comparación entre la ley antigua y la nueva

ARTÍCULO 1

 

¿Es la ley nueva distinta de la antigua?

 

 

Objeciones por las que parece que la nueva ley no sea distinta de la antigua.

 

1. Una y otra ley se da a los que tienen fe en Dios, pues sin fe es imposible agradar a Dios, según se dice en Heb 11. Pero una misma es la fe de los antiguos y la fe de los modernos, según dice la Glosa sobre Mt 21; luego también es una la ley.

 

2. Dice San Agustín en Contra Adamantum Manich. discip., entre la Ley y el Evangelio existe la leve diferencia que hay entre el temor y el amor. Ahora bien, por estas dos cosas no pueden distinguirse la ley antigua y la nueva, pues también en la ley antigua se nos proponen los preceptos de la caridad:

Amarás a tu prójimo (Lev. 19) y amarás al Señor, tu Dios (Deut. 6). Tampoco se pueden distinguir por las otras diferencias que San Agustín señala en Contra Faustum: que el Antiguo Testamento tiene promesas temporales; el Nuevo, espirituales y eternas. Pues también en el Nuevo Testamento se hacen algunas promesas temporales, como aquélla de Mc. 10: Recibiréis el ciento por uno en este tiempo, en casas, hermanos, etc.; y en el Antiguo Testamento se esperaban promesas espirituales y eternas, según aquello de Heb 11: Pero ahora desean otra patria mejor, esto es, la celestial, lo cual se dice de los padres antiguos. Luego parece que la ley nueva no se distingue de la antigua.

 

3. Parece que el Apóstol distingue una y otra ley, en Rom. 3, llamando a la antigua ley de las obras, y a la nueva, ley de la fe. Pero la ley antigua fue también ley de la fe, según aquello de Heb 11: Todos éstos han sido probados con el testimonio de la fe, lo cual se dice de los patriarcas del Antiguo Testamento. También la ley nueva es ley de obras, pues se dice en Mt 5: Haced bien a los que os aborrecen. Y en Lc 22: Haced esto en memoria mía. Luego la ley nueva no se distingue de la antigua.

 

Contra esto: Está lo que dice el Apóstol en Heb 7: Cambiado el sacerdocio, necesariamente ha de cambiarse también la ley. Pero uno es el sacerdocio del Nuevo Testamento, y otro el del Antiguo, como prueba el Apóstol; luego es también otra la ley.

 

Solución: Según hemos visto atrás, toda ley ordena la vida humana a algún fin. Ahora bien, las cosas que se ordenan a un fin se pueden distinguir por razón de este fin de dos maneras: de un modo, porque se ordenan a diversos fines, y esto constituye una distinción específica, sobre todo cuando se trata del fin próximo. De otro, según la proximidad al fin o la distancia de él. Así, es evidente que los movimientos se diferencian específicamente según los diversos términos; pero, según que una parte del movimiento se acerca más al término que otra, la distinción en el movimiento es la que hayentre lo perfecto y lo imperfecto.

Así pues, se pueden distinguir dos leyes: de un modo, en cuanto son totalmente diversas, como ordenadas a diversos fines, como la ley de la ciudad, ordenada según lo que dictamina el pueblo, sería específicamente distinta de aquella ley ordenada según el dictamen de los aristócratas. De otro modo pueden diferenciarse dos leyes, en cuanto que la una mira más de cerca el fin y la otra más de lejos. Así sería en una misma ciudad la ley que se impone a los hombres ya formados, que ya pueden ejecutar lo que conduce al bien común, y otra la ley sobre la educación de los niños, que deben ser instruidos de tal manera que puedan después ejecutar obras de hombres.

Así pues, hay que decir que según el primer modo la ley nueva no es distinta de la antigua, pues ambas tienen un mismo fin, a saber: someter a los hombres a Dios. Ahora bien, es uno el Dios del Nuevo y del Antiguo Testamento, según aquello de Rom 3: Uno es el Dios que justifica la circuncisión por la fe y el prepucio mediante la fe. De otro modo, la ley nueva es diferente de la antigua, porque la antigua es como un ayo de niños, según dice el Apóstol en Gal. 3; en cambio, la nueva es ley de perfección, porque es ley de caridad, y de ésta dice el Apóstol en Col 3 que es vínculo de perfección.

 

Respuesta a las objeciones:

 

1. La unidad de fe de ambos Testamentos indica unidad de fin, pues ya se ha dicho antes que el objeto de las virtudes teologales, entre las que está la fe, es el fin último. Sin embargo, la fe tiene diferente estado en la antigua y en la nueva ley; pues lo que aquellos creían como futuro, nosotros lo creemos como ya realizado.

 

2. Todas las diferencias señaladas entre la nueva y la antigua ley se toman de su perfección o imperfección, pues los preceptos de una ley se dan acerca de los actos de las virtudes. Ahora bien, a ejecutar actos de virtud se inclinan de diversa manera los imperfectos, que aún no tienen el hábito de la virtud, y los que son perfectos en este hábito; pues los que no tienen aún el hábito de la virtud se inclinan a obrar los actos de virtud por alguna causa extrínseca, como por el temor a los castigos o por la promesa de ciertas remuneraciones extrínsecas, como de honor, de riquezas o algo semejante. Por esto la ley antigua, que se daba a los imperfectos, esto es, a los que no habían conseguido aún la gracia espiritual, se llamaba ley de temor, porque inducía a la observancia de los preceptos mediante la amenaza de ciertas penas. Y se dice que tenía ciertas promesas temporales. En cambio, los que tienen la virtud se inclinan a obrar los actos de virtud por amor a ésta, no por alguna pena o remuneración extrínseca. Por eso la ley nueva, que principalmente consiste en la misma gracia espiritual infundida en los corazones, se llama ley de amor, y se dice que tiene promesas espirituales y eternas, las cuales son objeto de la virtud, principalmente de la caridad; y por sí mismos se inclinan a ellas, no como cosas extrañas, sino como propias. Por eso también se dice que la ley antigua cohibía la mano y no el ánimo, pues el que por temor del castigo se abstiene de algún pecado, su voluntad no se apartaría totalmente del pecado, como se aparta el que por amor de la justicia se abstiene del pecado. Por eso se dice que la ley nueva, que es la ley del amor, cohíbe el ánimo.

Hubo, sin embargo, en el estado del Antiguo Testamento, algunos que tenían la caridad y la gracia del Espíritu Santo, que principalmente esperaban promesas espirituales y eternas. Y, según esto, pertenecían a la ley nueva. Igualmente también, en el Nuevo Testamento hay algunos carnales que no llegan aún a la perfección de la ley nueva, a los cuales fue preciso inducir a las obras de virtud con el temor a los castigos y con algunas promesas temporales.

Pero la ley antigua, si bien daba preceptos sobre la caridad, sin embargo, mediante ella no se daba el Espíritu Santo, por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones, como se lee en Rom 5.

 

3. Como se indicó arriba, la ley nueva se llama ley de fe, en cuanto que principalmente consiste en la misma gracia que se da interiormente a los creyentes, por lo cual se llama gracia de la fe. Pero secundariamente tiene algunas obras, tanto morales como sacramentales, en las cuales no consiste la principalidad de la ley nueva, como consistía la de la ley antigua. Y los que en el Antiguo Testamento fueron aceptos a Dios por la fe, en esto pertenecían al Nuevo Testamento, pues no eran justificados sino por la fe en Cristo, que es el autor del Nuevo Testamento. Y por eso, en Heb 11, dice el apóstol sobre Moisés que tenía el improperio de Cristo por mayores riquezas que el tesoro de los egipcios.

 

 
     

SOBRE LA LEY

SOBRE LA LEY EN GENERAL

I-II, q. 90, La esencia de la ley

I-II, q. 91, Las distintas clases de leyes

I-II, q. 92, Los efectos de la ley

SULLE PARTI DELLA LEGGE

Ley eterna

I-II, q. 93, La ley eterna

Ley natural

I-II, q. 94, La ley natural

Ley humana

I-II, q. 95, La ley humana

I-II, q. 96, El poder de la ley humana

I-II, q. 97, Sobre la mutabilidad de las leyes

La antigua ley

I-II, q. 98, La antigua ley

I-II, q. 99, Los preceptos de la ley antigua

I-II, q. 100, Los preceptos morales de la ley antigua

I-II, q. 101, Los preceptos ceremoniales en sí mismos

I-II, q. 102, Razón de los preceptos ceremoniales

I-II, q. 103, Duración de los preceptos ceremoniales

I-II, q. 104, Los preceptos judiciales

I-II, q. 105, Naturaleza de los preceptos judiciales

La nueva ley

I-II, q. 106, Sobre la ley del Evangelio, llamada ley nueva, en sí misma considerada

I-II, q. 107, Comparación entre la ley antigua y la nueva

I-II, q. 108, El contenido de la ley nueva