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Sobre la ley

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STO. TOMÁS DE AQUINO

 

SOBRE LA LEY

 

SUMMA THEOLOGIAE

PRIMERA PARTE DE LA SEGUNDA PARTE (I-II)

(Trad. Luis Inclán)

CUESTIÓN 108

El contenido de la ley nueva

ARTÍCULO 1

 

¿Debe la ley nueva mandar o prohibir algunas obras exteriores?

 

 

Objeciones por las que parece que la nueva ley no debe mandar o prohibir actos exteriores ningunos.

 

1. La ley nueva es el Evangelio del reino, según aquello de Mt 24,14: Será predicado este Evangelio del reino en todo el mundo. Pero el reino de Dios no consiste en actos exteriores, sino únicamente en los interiores, según aquello de Lc 17,21: El reino de Dios está dentro de vosotros; y en Rom 14,17: El reino de Dios no consiste en comida y bebida, sino en justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Luego la nueva ley no debe mandar o prohibir ningún acto exterior.

 

2. Por otro lado, la nueva ley es ley del Espíritu, según se dice en Rom 8,2. Pero donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad, como se dice 2 Cor 3,17. Ahora bien, no hay libertad si el hombre está obligado a hacer u omitir ciertas obras exteriores. Luego la nueva ley no contiene ningún precepto o prohibición de actos exteriores.

 

3. Se entiende que todos los actos exteriores pertenecen a la mano, como los actos interiores al alma. La diferencia entre la ley nueva y la antigua consiste en que la antigua cohibía la mano, mientras que la nueva cohíbe el ánimo. Luego en la ley nueva no deben ponerse prohibiciones y preceptos de los actos exteriores, sino solamente de los interiores.

 

Contra esto: Está el que mediante la ley nueva son los hombres hechos hijos de la luz, según se dice en Jn 12,36: Creed en la luz para que seáis hijos de la luz. Pero es propio de los hijos de la luz hacer obras de luz y desechar las obras de las tinieblas, según aquello de Ef 5,8: Erais en otro tiempo tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; caminad como hijos de la luz. Luego la ley nueva debió prohibir ciertas obras exteriores y mandar algunas otras.

 

Solución: Como ya se ha dicho (q.106 a. 1.2), el aspecto principal de la nueva ley lo constituye la gracia del Espíritu Santo, que se manifiesta en la fe que obra por amor. Ahora bien, los hombres consiguen esta gracia por el Hijo de Dios hecho hombre, cuya humanidad llenó primero la gracia, y luego se derivó hacia nosotros. Por eso se dice en Jn 1,14: El Verbo se hizo carne; y luego añade: Llena de gracia y de verdad; y más abajo (v.17): De su plenitud recibimos todos nosotros, y gracia por gracia. Por eso añade que la gracia y la verdad fueron hechas por Jesucristo. Y así conviene que la gracia derivada del Verbo encarnado llegue a nosotros mediante algunos signos sensibles exteriores, y que de la gracia interior, por la cual la carne se somete al espíritu, procedan algunas obras sensibles.

Así, pues, las obras exteriores pueden pertenecer a la gracia de dos modos: uno, como induciendo de alguna manera a la gracia. Y tales son las obras de los sacramentos que han sido instituidos en la nueva ley, como el Bautismo, la Eucaristía y los demás.

Pero hay otras obras exteriores que son producidas por el instinto de la gracia. También en éstas hay cierta diferencia. Pues algunas tienen una necesaria conveniencia o contrariedad respecto a la gracia interior, que consiste en la fe que actúa mediante la caridad, y tales obras exteriores son las mandadas o prohibidas en la nueva ley, como se manda la confesión de la fe y se prohíbe su negación, pues en Mt 10,32s se dice: Al que me confesare ante los hombres, yo le reconoceré ante mi Padre; pero al que me niegue ante los hombres, también yo le negaré ante mi Padre. Pero hay otras obras que no tienen esa necesaria contrariedad o conveniencia respecto a la fe que obra mediante la caridad. Y tales obras no están mandadas o prohibidas en la nueva ley desde su primera promulgación, sino que han sido dejadas por el legislador, que es Cristo, a cada uno en la medida en que cada cual debe tener cuidado de otro. En este sentido, cada cual es libre para determinar lo que le conviene hacer o evitar en tales casos, y lo mismo cualquier prelado para mandar a sus súbditos en esta materia lo que han de hacer o evitar. Y por eso también la ley del Evangelio se llama ley de libertad, pues la ley antigua determinaba muchas cosas y dejaba pocas a la libertad de los hombres.

 

Respuesta a las objeciones:

 

1. El reino de Dios consiste principalmente en actos interiores, pero también, como consecuencia, en todo aquello que toca al reino e Dios y sin lo cual no pueden existir dichos actos. Por ejemplo, si el reino de Dios es justicia interior, y paz, y gozo espiritual, es necesario que todos los actos exteriores que repugnan a la justicia, a la paz o al gozo espiritual repugnen también el reino de Dios y, por tanto, hayan de ser prohibidos en el Evangelio del reino. En cambio, todo cuando es indiferente a lo dicho (justicia, paz o gozo), por ejemplo, comer estos o aquellos alimentos, no constituye el reino de Dios. Por lo cual, San Pablo dice antes: El reino de Dios no consiste en comida o bebida.

 

2. Según dice el Filósofo en I Metaphys., se llama libre el que es causa de sí mismo. Por lo tanto obrará libremente quien obre por propia iniciativa. Ahora bien, si el hombre actúa por un hábito conforme a su naturaleza, obra por sí mismo, pues el hábito inclina de modo natural. Pero, si el hábito fuese contrario a la naturaleza, el hombre no obraría según lo que es él mismo, sino según alguna corrupción que se le hubiera sobrevenido. Así pues, la gracia del Espíritu Santo es como un hábito interior infuso que nos inclina a obrar bien, que nos hace ejecutar libremente lo que conviene a la gracia y evitar todo lo que a ella es contrario.

Así pues, la nueva ley se llama ley de libertad en un doble sentido. Primero, porque no nos obliga a hacer o evitar sino lo que de suyo es necesario o contrario a la salvación, y que cae bajo el precepto o la prohibición de la ley. Segundo, porque hace que cumplamos libremente tales preceptos o prohibiciones, puesto que las cumplimos por un interior instinto de la gracia. Y por estas dos razones, la nueva ley se llama ley de perfecta libertad, según Sant 1,25.

 

3. Conviene que la nueva ley, al alejar al alma de los movimientos desordenados, retraiga también la mano de los actos desordenados, que son efecto de los movimientos interiores.

 

 
     

SOBRE LA LEY

SOBRE LA LEY EN GENERAL

I-II, q. 90, La esencia de la ley

I-II, q. 91, Las distintas clases de leyes

I-II, q. 92, Los efectos de la ley

SULLE PARTI DELLA LEGGE

Ley eterna

I-II, q. 93, La ley eterna

Ley natural

I-II, q. 94, La ley natural

Ley humana

I-II, q. 95, La ley humana

I-II, q. 96, El poder de la ley humana

I-II, q. 97, Sobre la mutabilidad de las leyes

La antigua ley

I-II, q. 98, La antigua ley

I-II, q. 99, Los preceptos de la ley antigua

I-II, q. 100, Los preceptos morales de la ley antigua

I-II, q. 101, Los preceptos ceremoniales en sí mismos

I-II, q. 102, Razón de los preceptos ceremoniales

I-II, q. 103, Duración de los preceptos ceremoniales

I-II, q. 104, Los preceptos judiciales

I-II, q. 105, Naturaleza de los preceptos judiciales

La nueva ley

I-II, q. 106, Sobre la ley del Evangelio, llamada ley nueva, en sí misma considerada

I-II, q. 107, Comparación entre la ley antigua y la nueva

I-II, q. 108, El contenido de la ley nueva